Nuestro propósito es evocar algo de esa historia que encierra la escuadra americana, por ello, comenzaremos diciendo que su partida de nacimiento la otorgaron unos cuantos aficionados, en su mayoría estudiantes, que un domingo de febrero, un 13 de 1927, conformaron el equipo que luego se llamó AMERICA, en aquella reunión estaban entre otros Hernán Zamorano y Serafín Fernández, quienes recomendaron dicho nombre. Se designó igualmente la primera junta que estuvo presidida por Hernán Zamorano, como secretario Ramón Bonilla y como tesorero Gilberto Montoya.
HISTORIA BARON ROJO SUR
Para contar la historia de la barra-brava "Barón Rojo Tribuna Popular Sur", hay que remontarse a diciembre de 1991, cuando nacía la primera barra "activa" (para diferenciarla de las barras tradicionales) de la ciudad de Cali, "La Furia Roja". Esta barra, formada en su mayoría por adultos de barrios populares, se caracteriza por sus viajes a lo largo y ancho del país siguiendo al América, llegando una vez a llevar cuatro buses hasta el estadio Metropolitano de Barranquilla. En el año 94, la barra se fragmenta y un grupo de jóvenes decidió regresar a los orígenes de la autentica barra popular. La que se merecía un equipo conocido a nivel nacional como "la pasión de un pueblo" y que desde su nacimiento había estado ligado a la entrada de los barrios populares de Cali. Este grupo se instalo primero en la tribuna popular norte y finalmente, como lo hace hoy en día, en la sur del estadio Pascual Guerrero. Lo hizo bajo el nombre del famoso grupo de rock español, que a su vez lo tomo del mejor piloto de guerra de la historia mundial "El Barón Rojo". Los numerosos actos de violencia, los accidentes frecuentes, los cantos basados en canciones famosas del rock hispanoamericano, los triunfos constantes del América y la simpatía evidente por parte de los jugadores, atrajeron a una cantidad inmensa de jóvenes y niños. Para el año 98, la barra ya era dueña de todo el primer piso de la tribuna sur y su fiesta de papel picado, humo rojo, pólvora, caras pintadas y trapos en el alambrado convertían al Pascual y en muchas ocasiones a otros estadios, en una verdadera caldera roja. Al tiempo que la barra se caracterizaba por su fidelidad y aliento constante hacia el cuadro rojo del Valle, los hechos lamentables relacionados con ella eran noticia en todo el país.